Nuevamente nos respetó el tiempo. Mañana fresquita que enseguida coge grados de temperatura. Salimos un grupo de diecisiete amantes del pedal. Rumbo a Ostiz a paso tranquilo para ir cogiendo calor en la musculatura. Pocos son los que se turnan a la hora de dar relevos, si bien el viento es favorable y se va de perlas en cabeza de pelotón. Todos van charlando, con lo que es señal de que se rueda sin exigencias. La primera tachuela del día la encontramos pasado Jaunsaras, y practicamente llegamos agrupados arriba. Camino de Irurzun sigue la misma marcha, eso sí, con temperatura bastante más alta. Empieza a sobrar la ropa. Tentempie en el mismo lugar de siempre, cuando rodamos por estos lares, que todos cogemos con gratitud. Los que se quedan fuera disfrutan de un sol y una temperatura primaveral. Nos quitamos alguna prenda y nos disponemos a meditar con los budistas. Quique, comienza la meditación un poco antes que los demás, motivo por el que ha de volver a por el botellín que se ha dejado en el bar. Reagrupamiento en el alto antes del desvío al centro de Buda con alguna que otra foto. Comienza la subida al pequeño col de Cía. Ritmo suave al principio que va tornandose endiablado de cara al último kilómetro, donde sólo aguantan los más fuertes. Nuevamente se reagrupará el pelotón en el descenso hacia Erice para coger todos juntos la dirección hacia Marcalain. Subimos suave suave, como nunca, perfecta subida técnica, aunque a falta de trescientos metros haya alguno que no se aguante. Descendemos agrupándonos, y ponemos en cabeza a Victor y Narciso, grandes conocedores de esta tierra navarra, con idea de no seguir por donde ellos vayan porque por allí no es. Ahora sí, nos tiramos hacia Oricain por la falda, que no se deja ver desde Pamplona, de San cristobal. Todos ordenaditos y para casa todos juntitos. Sprint en la llegada con imposibilidad de batir al rey del mismo. Se repite la historia, pero algún día saltará la sorpresa.